Otra vez, otra vez a votar ¿Serán los años, que pasan más rápido, o las elecciones son cada menos tiempo? Ninguna de las dos (o quizás sí). Desde la irrupción de Podemos, y la consecuente réplica de las “nuevas” derechas, el panorama político español se encuentra en una encrucijada. Tras una repetición de elecciones seguida de una moción de censura con apoyos volátiles, nuestros representantes políticos parecen más interesados en ensalzar sus posturas inamovibles que en analizar y abordar las apremiantes necesidades del pueblo español.
Salvo algunas medidas de carácter social durante esta última y efímera legislatura “socialista”, los problemas de las españolas siguen en esa agenda política que parece que no se resolverá hasta que acabe el juego de la reconquista, en pos de la unidad de España. Lo cierto es, que desde que explotara la burbuja inmobiliaria, los problemas derivados del modelo capitalista no solo NO se han resuelto, sino que, por desgracia, se han agravado. Así lo refleja un número significativo de estudios*, los ricos son más ricos y las pobres, más pobres. Y no solo esto, sino que además, se están agudizando otros problemas, fruto del agotamiento del modelo que ha traído “progreso” para unos, catástrofe para otras y cambio climático para todas.
Mi intención, en este breve análisis, no es solo valorar la dirección que está tomando la política española, sino también la global. Una política que está polarizando a la sociedad sin aportar soluciones reales ante el escenario colapsista que se avecina, pues no interesa a la plutocracia. Y es en este fangoso contexto, donde se explica el auge de movimientos radicales cercanos al fascismo. Tras la elección de Donald Trump, a finales de 2016, como presidente de los Estados Unidos, son muchas las que han querido analizar cómo pudo ser posible que en pleno siglo XXI, un discurso homófobo, racista, islamófobo, negacionista y un largo etcétera de fobos e istas, alcanzara tal magnitud de adeptos.
Seamos claras, algo así solo se puede explicar cuando tras cientos de cambios legislativos, tratados de libre comercio transoceánicos que traerían el bienestar social y décadas de acuerdos contra el cambio climático, la situación global a nivel social, ambiental y económica se encuentra en estado crítico. Es aquí, donde un discurso contrario al famoso establishment, que afirma conocer a los verdaderos culpables y aporta soluciones simples fuera de lo políticamente correcto, toma gran fuerza. Pues, es mucho más sencillo señalar a uno o varios colectivos sociales, que a un elemento tan abstracto cómo es el modelo económico neoliberal.
Por tanto, quiero hacer hincapié en el verdadero enemigo ante el que hay que oponerse y enfrentarse, el ya citado capitalismo. Asentado sobre las bases hegemónicas del patriarcado y el libre comercio que tanto daño han hecho a nuestra sociedad, el capitalismo reduce a cenizas las oportunidades de las generaciones futuras, arrasando con los recursos mediante un modelo de producción que no tienen en cuenta los límites físicos del planeta y enfocado en el crecimiento económico pero sin conseguir la ansiada cohesión y equidad social.
A nivel ambiental, las políticas deben ir dirigidas a frenar el avance de grandes corporaciones que sortean los límites de polución establecidos o por contra, arrasan con recursos tanto en el territorio nacional como en otras zonas del mundo. Empresas como BBVA o el grupo ACS y otros casos que fueron tratados en el informe de Ecologistas en Acción; “El IBEX 35 en guerra contra la vida”, acumulan riqueza a cambio de la destrucción de nuestras reservas ambientales.
Dicho esto y a modo de conclusión, los partidos que quieren prorrogar este modelo sin reparar en sus podridos cimientos y apoyando además a los devastadores poderes económicos, no están haciendo más que alargar el sufrimiento de pueblos, familias y personas.
Animo, por tanto, a que reflexionemos sobre nuestra realidad y la de las personas que nos rodean. La verdadera lucha está y estará en la calle y nuestras hermanas francesas nos lo están demostrado vestidas de amarillo. Hace no mucho tiempo, también nosotras salimos a la calle. Es necesario recuperar ese espíritu y ¿quizás esta vez encauzarlo mejor? El voto es un derecho y hoy lo debemos utilizar para frenar a una derecha destructiva y ansiosa de poder que no dudará en perpetuar las políticas atroces anti sociales y anti ecológicas.
El 28A se vota, pero la lucha no entiende de fechas. Pongámonos serias.